Por qué el alcohol en España es de los más baratos de Europa
Muchos ya imponen un precio mínimo al alcohol para proteger a los más débiles, pero esta opción aún no se debate en España: “El hígado adolescente se recupera al cabo de unos días; el cerebro no está claro que lo haga”
Si hay algo que alucina a los turistas que visitan España son los bajísimos precios de las bebidas alcohólicas. Incluso con nuestro poder adquisitivo, los vinos, las cervezas y los cócteles no nos salen tan caros. Tal vez es hora de empezarse a preguntar por qué una hogaza de pan es más cara que un litro de vino*, cuando uno alimenta y el otro puede llegar a ser dañino para nuestro cuerpo.
Estos son los datos oficiales: el 12% de los casos de cáncer en todo el mundo están relacionados con el consumo de alcohol, según afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS). Colorrectal, de mama, bucal, de esófago, de hígado e incluso de cabeza. No es de extrañar que en el Código europeo contra el cáncer conste la siguiente recomendación: “Limite el consumo de alcohol, aunque lo mejor para la prevención del cáncer es evitar las bebidas alcohólicas”.
Pero es difícil recordar esto cuando el alcohol sale tan barato y además tiene unas raíces tan profundas en la cultura social de este país . De hecho, ni siquiera es algo exclusivamente español, sino una constante en la región europea, porque según la misma OMS, Europa es el territorio donde se da una mayor proporción de enfermedades (más de 60 distintas) y muertes prematuras debidas al consumo de alcohol.
Aún así, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria incluía este año el alcohol junto a carnes rojas y procesadas en la sección de consumo ocasional. No es casualidad que los cardiólogos de medio mundo se pongan las manos a la cabeza al ver el dibujo de nuestra pirámide nutricional. ¿Qué hacen ahí el vino y la cerveza?
“¿Qué más da que el vino tenga potentes antioxidantes o resveratrol si en su conjunto no es un alimento saludable debido al alcohol que posee?”, decía Aitor Sánchez, autor del blog Mi dieta cojea, resumiendo la publicación de Annals of Oncology que señalaba la relación entre alcohol y cáncer y de paso barriendo de un plumazo aquello de que “una copita de vino al día va bien para el corazón”. Por otro lado, se ha llegado a señalar que la industria del alcohol emite mensajes confusos para que el consumo no decaiga, usando “la negación, la distorsión y la confusión” sobre la peligrosidad de su producto como antaño lo hizo la industria tabacalera.
Otros países ya han tomado medidas al respecto, fijando un precio mínimo sobre la Unidad de Bebida Estándar (para más información: U.B.E.). Es el caso de Escocia, que recientemente ha vuelto a ser noticia por este tema gracias a la victoria del gobierno escocés frente la Scotch Whisky Association. Esta había llevado a los tribunales la renovación de la Alcohol Act de 2012, por la cual se establecieron 50 peniques (57 céntimos de euro) por U.B.E (una cerveza de 200 ml o un vaso de vino de 50 ml=1 U.B.E).
Un par de datos sobre la decisión de tomar esta medida: en Escocia se llegó a vender la cerveza en los supermercados por debajo del precio de coste y en los últimos 25 años las muertes por enfermedades hepáticas se han triplicado de forma alarmante. La Corte Suprema del Reino Unido le dio la razón a Escocia, alegando que fijar un precio mínimo por motivos de salud pública sí es legal bajo la ley europea. Pero que nadie piense en ley seca. Las actas del juicio lo expresan claramente: “El objetivo no es erradicar el consumo de alcohol, sino atajar el uso excesivo de alcohol que se manifiesta en problemas de salud y sociales concretos”.
Pero lo que causa mayor intranquilidad en Joan Ramon Villalbí, responsable de Calidad y Procesos en la Agencia de Salud Pública de Barcelona, no son los precios. “Me preocupa que los impuestos sean tan bajos porque facilitan precios bajos. Los impuestos permiten recaudar y hacer el alcohol menos accesible”. Villalbí habla de los impuestos especiales o accisas, que por directivas europeas afectan al alcohol, el tabaco y los hidrocarburos, y que se justifican porque su consumo “genera unos costes sociales, no tenidos en cuenta a la hora de fijar sus precios privados”. Estos impuestos deben ser asumidos por los consumidores y, por esta razón, subirlos puede significar desincentivar el consumo de alcohol de forma preventiva.
Los impuestos especiales en España que, aparte del 21% de IVA, gravan el alcohol (siempre por hectolitro y grado de alcohol, según el último informe de la Comisión Europea del 1 de julio de 2017) son los siguientes:
- Cerveza: 0,91 euros
- Vino: 0 euros
- Otras bebidas fermentadas (como la sidra): 0 euros
- Bebidas intermedias (como el vermú o el jerez, de entre 1,2º y 22º): 64,13 euros (o 38,48 euros si tienen menos de 15º)
-Alcohol etílico (donde se cuentan los espirituosos como el whisky, el ron, el vodka o la ginebra): 958,94 euros (pero 226,36 euros en el caso de una graduación baja o productos regionales)
Preguntando por estas diferencias de precio a la Fundación Alcohol y Sociedad, nos contesta Bosco Torremocha, el director de la Federación Española de Bebidas Espirituosas que la financia:”Cuando se habla de caro o barato es siempre en comparación con algo. En España hemos atravesado una gran crisis económica y desgraciadamente indicadores como el empleo, el salario mínimo o el número de mil euristas que hay en nuestro país nos sitúa muy lejos de los niveles económicos de un gran número de países de Europa”.
Si comparamos nuestros impuestos con los que se imponen en países del sur de Europa, que han sido azotados por la crisis tanto o más que España, encontramos que son notablemente más altas: Francia grava el vino con 3,77 euros, Italia lo hace con la cerveza a 3,02 euros, Bélgica aplica 74,90 euros a su sidra, Portugal añade 75,05 a su Oporto, y Gran Bretaña, 2.874 euros a su ginebra.
A pesar de que en los últimos años el consumo de alcohol en nuestro país se haya reducido, el consumo excesivo de alcohol sigue siendo un grave problema tanto económico como de salud pública, tal y como indica el doctor Josep Guardia Serecigni, psiquiatra de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital de Sant Pau de Barcelona y vicepresidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol. “Con el incremento del nivel de vida de los países occidentales en las últimas décadas, el poder adquisitivo de la población ha ido aumentado y por este motivo, el precio relativo de las bebidas alcohólicas, que sigue siendo muy parecido al de hace 40 años, ha ido disminuyendo”, explica Guardia.
Él se declara a favor de fijar un precio mínimo por unidad de alcohol tal y como ha hecho Escocia, siguiendo la estela de Finlandia, Noruega y Suecia. “Los estudios demuestran que reducir la accesibilidad al alcohol aumentando su precio real es la estrategia más efectiva para controlar su consumo excesivo y reducir sus consecuencias negativas. Por ejemplo, un incremento del 1% en el precio reduce el consumo un 0,5%”.
También explica que la aplicación de medidas como separar la venta de alcohol del resto de productos, regular la publicidad y el marketing del sector, evitar que el alcohol patrocine deportes y otras actividades culturales, así como una mayor regulación de su venta y etiquetado (con mensajes como los del tabaco) se han demostrado científicamente eficaces. “Conviene tener en cuenta que para la persona que está haciendo un consumo de alcohol muy elevado, un pequeño cambio puede suponer una gran reducción de las consecuencias negativas”, añade.
Y para los que dicen aquello de que el alcohol es la vía de escape menos perjudicial para desconectar, recuerda: “A ese rápido alivio que proporciona el alcohol le sigue un efecto de rebote que consiste en la reaparición de los síntomas que la persona intentaba aliviar, pero con mayor intensidad. De ahí que usar el alcohol como medicamento desencadene un empeoramiento progresivo y la aparición de una necesidad de seguir consumiendo”.
La mayor preocupación actual reside en el uso desmedido del alcohol por los más jóvenes: el alcohol causa más de 6 mil ingresos de menores de edad en urgencias al año, según datos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Sobre esto también nos habla Bosco Torremocha. ¿Cómo verían que se aplicasen por ley medidas para promover un consumo responsable? Su respuesta: “Nuestra opinión es positiva, pero sabemos lo que ha funcionado en España y lo que no. Sabemos que existe una ley que prohibe consumir bebidas alcohólicas a los menores, que les prohibe vender o dispensar bebidas alcohólicas y sabemos cuál es la realidad”.
Y la realidad es que, como dice Villalbí, “tenemos a toda una generación que crece en esta situación donde tiene acceso a alcohol barato [hay botellas de espirituosos de marca blanca por 2 o 3 euros] en los supermercados durante el día y la noche, en unos años en los que se les está desarrollando el cerebro. Lo que nos preocupa sobre todo es que han subido mucho las borracheras, los atracones de bebida el fin de semana, entre menores y jóvenes. Es un problema nuevo y tenemos que abordarlo”.
“Porque el cerebro — explica — sigue madurando hasta los 21 años, más allá de la edad legal establecida, y es bastante sensible a los episodios de consumo elevado de alcohol, como ha afirmado entre otros la doctora Consuelo Guerri Sirera, de la Universidad de Valencia, en distintas ocasiones”. Algunos, como en esta Guía sobre el consumo de alcohol en adolescentes, hablan de que “el cerebro adolescente es vulnerable a los efectos del alcohol, llegando a producir una auténtica poda neuronal”. “El hígado adolescente, al cabo de unos días se recupera; el cerebro no está claro que lo haga”, concluye Guardia.
La solución para FEBE pasa por la campaña preventiva con programas especialmente para menores, como #Menoresniunagota, que protagoniza una psicóloga infantil televisiva y cuenta con el apoyo de más de 200 famosos. Para otras franjas de edad, ellos centran sus esfuerzos de comunicaciónen universidades y escuelas, en la hostelería y el canal de distribución con programas como “Tú sirves, tú decides”, y aúnan esfuerzos con la Dirección General de Tráfico y la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia “Educamos en el consumo responsable de nuestras bebidas, compatible con una vida sana, promoviendo hábitos de responsabilidad y luchamos activamente contra los hábitos irresponsables. Además de mejorar la ley en aquellos aspectos en los que sea posible como en la publicidad, hay que apostar sobre todo por la vigilancia del cumplimiento de la Ley y especialmente por la prevención”.
Pero aunque la prevención sea necesaria, a la larga puede llegar a mostrarse insuficiente. Lo que está claro que el consumo de alcohol no debe tomarse tan a la ligera como viene siendo costumbre y que se necesitan más datos para prevenir esta epidemia de borracheras peligrosas entre menores.
*Según el Ministerio de Economía, un pan de entre 150 y 300 gramos tiene un precio medio a mes de diciembre de venta al público 2,39 euros. Sin embargo, un litro de vino tinto cuesta 1,03 euros.
*Puedes calcular cuántas unidades de alcohol lleva cada bebida en la Calcoholadora.
·enero 2018·